La crisis política en España y su dinámica


España terminó 2015 con elecciones parlamentarias en que el sistema de dos partidos, que duró décadas, sufrió un golpe histórico. El 20 de diciembre, los dos partidos anteriormente dominantes, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista (PSOE), obtuvieron un 28.7 por ciento y un 22 por ciento del voto respectivamente. Al mismo tiempo, dos partidos que se presentaban a las elecciones parlamentarias por primera vez, lograron avances significativos. El populista de izquierda PODEMOS, liderado por Pablo Iglesias, atrajo a un 20.7 por ciento mientras que los Ciudadanos, de derecha liberal, ganó el 13,9 por ciento. En términos parlamentarios, el PP perdió la mayoría absoluta y el PSOE sufrió fuertes pérdidas.
A pesar de un retorno al crecimiento del 3.5 por ciento en 2015, que los economistas describen como "robusto", el paro sigue en un 20.9 por ciento, muy alto según los estándares europeos. Entre los jóvenes alcanza el 40.5 por ciento. Cuatro años de recortes salvajes han socavado gravemente los servicios sociales. Casi 13 millones de personas se enfrentan a la pobreza y la exclusión social en España alcanza a unos 3 millones más que en 2007. Un cuarto de los niños están en riesgo de desnutrición y la desigualdad económica está creciendo más rápido que en muchos otros países de la Unión Europea. No es de extrañar, entonces, que una gran parte de la población, especialmente los jóvenes, estén completamente alejados de los viejos partidos y en busca de un cambio real y dramático y, en particular, de un fin de la austeridad.
Inmediatamente después de las elecciones, el rey Felipe VI invitó al presidente del gobierno saliente, Mariano Rajoy, del PP, a intentar formar una coalición pero, admitiendo la realidad política, Rajoy declinó la invitación. La tarea, por lo tanto, recayó en Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. Su propuesta inicial fue una alianza tripartita entre PSOE, Ciudadanos y PODEMOS, pero esto fue rechazado por PODEMOS después de una consulta entre sus miembros. Un intento de formar un gobierno de minoría del PSOE y Ciudadanos también fracasó después de perder dos sesiones de investidura consecutivas en el Parlamento. Por ley esto implicaba que, por primera vez en la historia de España, tenía que haber nuevas elecciones debido a la imposibilidad de formar un gobierno de coalición. Esas elecciones tendrán lugar el 26 de junio.
Conversaciones sobre coalición
A pesar de su eventual fracaso, los intentos de formar coaliciones fueron muy reveladores de las corrientes contradictorias dentro de la política española. Durante los primeros debates con el objetivo de una "gran coalición" entre PP y PSOE, subieron a la palestra las ofertas que competían por el poder y los escándalos de corrupción que rodean a Rajoy y su partido. El PSOE intentó consolidar su perfil social exigiendo no solo la retirada de los recortes sociales, sino también la dimisión de Rajoy.
Cuando se hizo evidente que una gran coalición estaba fuera de la cuestión, Sánchez intentó consolidar su posición frente a PODEMOS presentándolo como reacio a llegar a un acuerdo. Al proponer la formación de un gobierno de centro-derecha, esperaba desplazar la presión hacia PODEMOS y presentarse a sí mismo como el único dispuesto a transigir con el fin de formar un gobierno viable. Todo esto, por supuesto, era supuestamente en aras de alimentar los tiernos brotes de la recuperación económica.
PODEMOS realizó una encuesta entre sus miembros para decidir si tal coalición se debía formar o no. La respuesta fue clara: el 88 por ciento de los miembros votaron en contra. Al mismo tiempo, el 95 por ciento votaron a favor de la formación de un "gobierno de izquierda" de PODEMOS, el PSOE e Izquierda Unida (IU). A través de este plebiscito de estilo populista, en el que todos pueden participar, sean o no miembros activos dentro del partido, Iglesias fue capaz de reducir la presión sobre sí mismo y al mismo tiempo aumentarla sobre el PSOE. Después de todo había consultado a sus miembros y se habían mostrado a favor de un gobierno de izquierda y no un gobierno de centro-derecha.
Después de esta consulta, Iglesias propuso al PSOE la formación de tal gobierno con Sánchez como presidente y él mismo como su vicepresidente. Sánchez, sin embargo, a pesar de su pretendida "buena disposición para el compromiso", lo rechazó. Las razones para el rechazo se centraron en las diferentes maneras de lidiar con la crisis y la evidente diferencia de posiciones sobre los diferentes movimientos de independencia en España. Estas son cuestiones, sin embargo, que continuamente plantea la situación política en España.
Poco antes de que se confirmara la convocatoria de nuevas elecciones, hubo un último intento de formar una coalición. Esto fue apoyado por un pequeño grupo de diputados de Valencia llamado Compromís (una coalición regional entre organizaciones nacionalistas valencianas, ecologistas y antiguas facciones de IU) que se presentó junto a Podemos en las elecciones de diciembre. Su propuesta era por un gobierno de izquierda de PODEMOS y de IU junto con el resto de diputados de izquierda. Aunque PODEMOS describió esto como una propuesta interesante, ya había decidido su táctica para aprovechar su liderazgo en las encuestas de opinión de las nuevas elecciones. Según muchas encuestas del momento, PODEMOS podría incluso convertirse en el partido más fuerte, al menos en la izquierda.
Acontecimientos recientes
Para PODEMOS, 2015 fue un año de permanente éxito electoral; sólo unas semanas después de su fundación, en 2014, obtuvo 1,2 millones de votos y cinco escaños en las elecciones europeas y continuó el crecimiento ganando escaños en varias elecciones a los parlamentos autonómicos. Después de eso, hubo un período de consolidación del grupo alrededor de Iglesias. El nombre de PODEMOS estaba en boca de todos y no sólo en España. El joven partido había alcanzado un punto álgido en noviembre de 2014, cuando las encuestas de opinión le dieron el 28.8 por ciento, más que el PP o el PSOE. El sistema de dos partidos se había derrumbado y PODEMOS parecía ser la nueva estrella en el cielo de la izquierda europea. A pesar de no ser capaz de sostener este nivel de apoyo en las elecciones autonómicas o parlamentarias, logró, sin embargo, el establecimiento de sí mismo como una fuerza política nacional.
Como hemos explicado en otros artículos, Iglesias y su camarilla de liderazgo fueron capaces de consolidar su predominio dentro de PODEMOS tras las exitosas elecciones europeas y la largamente planeada Conferencia Fundacional. Los métodos y tácticas populistas propuestas por él y sus compañeros pensadores, inspiradas en los movimientos de América Latina alrededor de Chávez y Morales, se basaban en la promoción de personalidades líderes populares quienes, a través de su fuerte presencia en los medios de comunicación, pudieran presentar iniciativas políticas que luego eran aparentemente legitimadas por los votos de la "democracia base". La membresía es apenas capaz de proponer cualquier iniciativa política, la mayoría de las cuales vienen desde arriba. Esto puede verse claramente en la más reciente experiencia de PODEMOS.
Las decisiones desde arriba tienen primacía sobre las decisiones desde abajo. Además, no sólo se rechazó el viejo sistema establecido de partidos sino también todo el pensamiento en términos de "izquierda" y "derecha". Se dijo que la izquierda había demostrado en las últimas décadas que no tenía soluciones para la humanidad o, al menos, que no podía acercar esas soluciones a la gente. Por lo tanto, las categorías "izquierdas" y "derecha" no debían utilizarse y la política tenía que ser re-pensada. Las personas deberían organizarse ellas mismas sobre la base de su opresión compartida por parte de una mal definida "casta" (el equivalente de la "oligarquía" en el chavismo) cuyos miembros habían asegurado su posición por medio de la corrupción y las intrigas. Pensar y organizar sobre la base de izquierda y derecha estaría obstaculizando el camino de la transformación de la sociedad. Las personas, por lo tanto, deben organizarse como pueblo contra el enemigo común:
"La composición del paisaje político en una división izquierda-derecha conduce a una situación que impide un cambio hacia una dirección progresista en España. Aquellos de nosotros que pugnamos por una transformación post-neoliberal a través del estado, que es la defensa de los derechos civiles, la soberanía y la conexión entre la democracia y las políticas de redistribución, no tendríamos ninguna posibilidad de victoria electoral en este terreno altamente simbólico de izquierda y derecha."
La popularidad de PODEMOS parecía confirmar las ideas de Iglesias y los que piensan como él, y les animó a atraer a todas las capas de la población contra la "casta". El intento de formar un partido populista y consolidar la posición de Iglesias como el "Chávez" español fue de la mano con un endurecimiento del control de la dirección. Esto se hizo claro en la composición de las listas electorales autonómicas. Cuando estas listas fueron confeccionadas, los líderes intervinieron por primera vez al rechazar listas desarrolladas por los miembros y reemplazándolos con las suyas propias. A pesar de que el liderazgo fue fuertemente criticado por esto, sin embargo fue capaz de forzar su postura.
Al mismo tiempo, Iglesias no sólo intervino internamente sino que también trató de atraer el apoyo de sectores del capital español afectado por la crisis cambiando algunas de las posiciones de PODEMOS. En esto estaba persiguiendo el objetivo de formar un verdadero "Partido del Pueblo". Sus encuentros con el ejército, su visita al Papa, así como la retirada de algunas de las demandas importantes de PODEMOS como salir de la OTAN o la necesidad de mayores reformas económicas y la toma de posesión de la economía en "manos públicas", son claros ejemplos de ello.
No queda lugar a dudas de que Iglesias hizo todo lo posible para ganarse el favor de sectores de la burguesía española y aprovechar el amplio rechazo contra los partidos previamente dominantes. Lo que obtuvo fue un rechazo claro por parte de los capitalistas españoles que no sólo descartaron cualquier conexión con PODEMOS sino que al mismo tiempo formaron un partido rival, Ciudadanos.
Como PODEMOS, Ciudadanos, un partido populista, nacional-liberal que fue fundado en Cataluña contra el movimiento por la independencia, experimentó un rápido crecimiento en popularidad en los últimos dos años. Por un lado, esto confirma que, a pesar de la caída de los dos partidos "antiguos", la polarización política se conserva en España. Por otra parte, también demostró muy claramente que las secciones de los capitalistas españoles no tenían interés en ver PODEMOS como su alternativa. Ciudadanos fue muy fuertemente apoyado en su campaña electoral por los medios de comunicación burgueses.
Aun así, los discursos de algunos políticos de PODEMOS en el período previo a las nuevas elecciones todavía muestran una orientación estratégica hacia sectores del capital español. En declaraciones al diario alemán Neues Deutschland, por ejemplo, el diputado de PODEMOS Pablo Bastinduy explicó que:
"Con el fin de reducir el todavía altísimo desempleo, PODEMOS promoverá cambios en nuestro sistema de producción. España debería poner más énfasis en sectores de alto valor añadido como la investigación biomédica, infraestructuras, energías renovables, habilidades de ingeniería. Entonces podría avanzar en poco tiempo y con poco esfuerzo a la cabeza mundial porque tenemos grandes habilidades, talentos y la infraestructura correspondiente. Si España se centra en áreas sostenibles e innovadoras y así logra mayor valor añadido entonces ésa es la clave para más y cualitativamente mejores empleos.”
Del mismo modo, en una reciente entrevista con el experiodista de la BBC y autor Paul Mason, Bastinduy basa las esperanzas de su partido en el hecho de que, como una gran potencia, especialmente en el ámbito de la banca, España es "demasiado grande para quebrar", es decir, para ser puesta de rodillas como lo fue Grecia. Después de todo no ha habido quiebra. Así cree que es factible ir a Bruselas y demandar con éxito la derogación o una importante modificación del Pacto de Crecimiento y Estabilidad para permitir poner fin a la austeridad. Su optimismo se extiende a los cuadros administrativos y represivos del estado español, elementos que Podemos ha intentado atraer según él.
También cree que el centro, término por el cual quiere decir realmente elementos de la derecha, puede ser ganado mediante una apelación a elementos comunes de "nuestra cultura europea"; democracia, libertad de expresión, solidaridad social, las cuales, mantiene, no son ni derecha ni izquierda y, por ende, están por encima de las clases. Por supuesto esto no es cierto. Éstas pudieron haber sido las ilusiones del Frente Popular Español de 1936-39, pero la realidad fue que, por el estrangulamiento de la revolución de los obreros y los campesinos en nombre de la democracia por encima de las clases, una República, España fue arrojada a cuatro décadas de brutal dictadura. Este castillo en el aire reformista sólo puede mantenerse si no se plantea en serio la cuestión de la propiedad. Creer que los cambios que eliminarán el desempleo y la falta de vivienda pueden hacerse sin poner las manos en las fortunas de los millonarios, así como los bancos, las fábricas y los grandes latifundios agrícolas, es tanto una ilusión hoy como lo fue entonces.
Sin embargo, el desarrollo de PODEMOS ha sido influenciado por la dinámica de la lucha de clases a nivel nacional e internacional. En casa, esto es impulsado por el persistente desempleo, desalojos y varias huelgas en todo el país. Internacionalmente, el factor más importante ha sido la crisis en Grecia porque PODEMOS tenía una fuerte orientación estratégica hacia Syriza. Ambos partidos estaban de acuerdo en que fuertes "gobiernos de izquierda" en estos países del Sur de Europa podrían aumentar la presión sobre la troika y forzar un replanteamiento en las políticas de austeridad de la UE. Sin embargo, después de que Syriza traicionara a sus votantes, primero por la formación de un gobierno con ANEL y luego con el OXI referéndum, estaba claro que incluso los "gobiernos de izquierda" no podían influir en la política de la UE sólo mediante fuertes resultados electorales. Schäuble y compañía tenían una respuesta clara a la población griega y, así, a todos los pueblos de Europa: que podían cambiar pacíficamente sus gobiernos, pero que los cortes seguían siendo necesarios y no habría ninguna negociación.
La creciente polarización y la intensificación de la lucha de clases sacan más claramente a la luz la cuestión de las diferentes soluciones propuestas. Aunque la división entre "izquierda" y "derecha" sea rechazada por los dirigentes PODEMOS, el hecho de este marco es cada vez más claro, le guste a Iglesias o no. Que esto está teniendo un impacto en la orientación estratégica de PODEMOS en conjunto se ve más claramente en su relación con los sindicatos.
PODEMOS y los sindicatos
Justo al principio de su formación, PODEMOS cerró de golpe la puerta en la cara de las dos principales centrales obreras, Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT), las cuales dicen tener más 1 millón de miembros. PODEMOS rechazó su solicitud de participación en los debates internos y el desarrollo de su programa definitivo. Las causas de esto fueron la fuerte conexión entre los sindicatos y los partidos "establecidos", lo que PODEMOS en ese momento entendía como todos los partidos, no sólo el PSOE, al que la UGT está vinculada históricamente, sino también IU y su sindicato cercano CCOO. PODEMOS declaró que quería acabar no sólo con el "bipartidismo" sino también con el "sistema de dos sindicatos".
PODEMOS tampoco vio en la clase obrera española ninguna importancia especial. Al contrario, desde el principio, PODEMOS estuvo dispuesto a evitar cualquier identificación directa con la clase trabajadora o su movimiento. Sin embargo, hubo un grupo de trabajo de simpatizantes de PODEMOS que acordaron a lo que debía parecerse su labor sindical. Esto condujo a la formación de la iniciativa de la organización sindical "Somos". Como las dos grandes federaciones, se definió como independiente de su partido pero compartiendo los mismos "principios éticos de transformación". Esta iniciativa sindical participó en algunas elecciones sindicales escogidas el año pasado, pero se limitó a "grandes corporaciones y sectores estratégicos". En esas elecciones ganó algunas posiciones pero siguió siendo muy marginal en comparación con las dos grandes centrales sindicales, particularmente en las plantas industriales españolas.
De todas formas, ha habido cambios recientes en las relaciones entre PODEMOS y las confederaciones sindicales y se han tomado medidas desde ambas partes. Una orientación hacia PODEMOS es particularmente clara en CCOO, tanto por parte de su líder, Ignacio Toxo, como de algunas secciones de sus miembros que están pidiendo una colaboración más estrecha entre PODEMOS y Somos, hasta una fusión entre las dos organizaciones. Para PODEMOS y sus ambiciones gubernamentales, naturalmente, esto tiene la ventaja de aumentar su influencia y apoyo en los lugares de trabajo y entre los trabajadores. Además, PODEMOS puede utilizar este acercamiento mutuo como evidencia de su "capacidad para gobernar". Por último, tal asociación aumenta la presión en la UGT para orientarse más hacia PODEMOS y así aumenta la presión sobre el PSOE. De esta manera, PODEMOS podría conseguir una potente palanca que fuerce a ese partido a aproximarse. Sin embargo, por parte de su liderazgo, Iglesias y Errejón, esto es una táctica oportunista para ganar votos y crear una coalición de gobierno en sus términos políticos, no un giro hacia la formación de un partido de clase obrera.
Esta entera dinámica, y la aparente convergencia entre el partido y los sindicatos, abre la posibilidad de que PODEMOS no sólo adquiera influencia entre los líderes de los sindicatos sino también raíces en las fábricas y por lo tanto en la clase trabajadora española. Esas raíces, en nuestra opinión, harían posible que PODEMOS pudiera convertirse de un partido populista pequeño-burgués de izquierda, en un partido burgués de los trabajadores.
A pesar de que todavía no es el caso, y seguimos viendo a PODEMOS como un partido de izquierda populista, como revolucionarios es importante entender cómo relacionarnos con él en las próximas elecciones, estratégica y tácticamente.
Apoyo electoral crítico para "Unidos PODEMOS"
Aunque PODEMOS y IU no pudieron formar a un bloque electoral nacional para las elecciones parlamentarias en diciembre, han acordado ahora formar la coalición "Unidos PODEMOS" (UP). Esta formación es una clara evidencia de cómo el acercamiento entre PODEMOS y CCOO ha empujado a IU hacia tal decisión. Igualmente demuestra que, tras el fracaso de su intento de unir fuerzas a la derecha y la izquierda y rechazar la designación «izquierda» o la identificación con la clase obrera y el socialismo, PODEMOS ha tenido que renunciar a su rígido rechazo del "sistema" y los "partidos establecidos".
Este "relato" fue central para el equipo de académicos que fundó PODEMOS: Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, y Juan Carlos Monedero. Era una combinación de las teorías "posmarxistas" de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, con una pizca de la "guerra de posiciones" de Gramsci interpretada por Eurocomunistas, es decir, un gradual, casi escondido, conflicto, por el que las fuerzas buscan ganar hegemonía ideológica en la sociedad en su conjunto antes de considerar tomar el poder del estado. Esto se combinó con su atracción (en el caso de Monedero trabajando como asesor) por el régimen de Hugo Chávez en Venezuela. De este último, como ejemplo de culto del populismo latinoamericano por su líder (caudillo), se recogió la necesidad de dar a Iglesias un papel similar en el partido emergente.
La vida real ha puesto este escenario bajo presión y ha revelado su naturaleza reaccionaria utópica. En primer lugar, el ascenso de un partido emergente de derecha populista, Ciudadanos, recogió a la parte conservadora del electorado alienada por la corrupción del PP y Mariano Rajoy, bloqueando así la ruta a un partido "ni derecha ni izquierda" (de hecho un partido de ambas derecha e izquierda).
En segundo lugar, la base social real de PODEMOS demostró ser más clase obrera, especialmente entre los trabajadores jóvenes en precario, y más de izquierda y socialista en su conciencia, que lo que sugerían las teorías post-modernistas de sus dirigentes. Durante 2016 esto se ha demostrado en diversas consultas.
Por último, en tercer lugar, a pesar de la idea inicial de los tres líderes de que PODEMOS no entraría en acuerdos o coaliciones con los "partidos de la casta", se han visto obligados a hacerlo por simple aritmética simple. Estaba claro que no sería capaces de ganar una mayoría absoluta en junio y por lo tanto podrían tener que contar con el PSOE como socio de coalición. Sin embargo, si el PSOE tuviera una mayor cuota de votos, plantearían demandas imposibles sobre PODEMOS, así, para evitar esto, recurrieron a IU.
A su vez, IU, que ha visto escapar votos a PODEMOS desde su emergencia, sólo podía esperar ganar una cantidad razonable de diputados formando una alianza con PODEMOS. El antidemocrático sistema electoral de España castiga desproporcionadamente a los partidos más pequeños de ámbito nacional. Con mucho el partido más débil, IU ha tenido que hacer la mayoría de las concesiones políticas en la plataforma electoral. Sin embargo, PODEMOS ha tenido que abandonar, al menos de momento, su pretensión de no ser parte de la izquierda y no estar ligado a los sindicatos.
Las principales concesiones políticas de IU fueron que la plataforma no se ocupa de la cuestión de la abolición de la monarquía y la instauración de una república, no demanda un sistema federal con plena autonomía para las comunidades y, ligado a esto, el derecho de autodeterminación hasta, inclusive, el derecho de separarse donde esto sea apoyado por la mayorías dentro de las diversas nacionalidades. Tampoco hay mención de la nacionalización de las empresas de energía o de salida de la OTAN. Estas son cuestiones políticas importantes sobre las que hay diferentes posiciones tanto en IU como en PODEMOS; no desaparecerán simplemente porque se hayan evitado.
Visto como un todo, el programa electoral de "UP" es un programa claramente reformista que los revolucionarios no pueden apoyar. Sin embargo, debido a sus raíces en los movimientos sociales a través de PODEMOS, en las fábricas a través de CCOO y en los movimientos de auto-determinación a través de diversas alianzas en las elecciones regionales, tal alianza electoral puede ser el punto de partida para la clase trabajadora española en busca de una alternativa. Las encuestas de opinión más recientes dejan claro que Unidos Podemos está en segundo lugar, sólo unos pocos puntos porcentuales detrás del PP, y tiene una oportunidad cierta de salir de las elecciones que se acercan como la fuerza más poderosa. Sin duda está ahora por delante del PSOE y puede ejercer máxima presión sobre éste para unirse a un gobierno. Las alternativas para el PSOE serían la responsabilidad de otro impasse o bien unirse a la derecha en una gran coalición y continuar la austeridad, que sería un suicidio.
Así, hay una posibilidad real que, a finales de junio, España pudiera tener un "gobierno de izquierda" formado por UP y el PSOE, incluso aunque el PSOE se haya orientado en la campaña electoral hacia una alianza de centro-derecha con Ciudadanos. Este resultado podría producir dinámicas destructivas dentro del PSOE porque las cuestiones de la transformación del estado y los movimientos de independencia, evitados en la alianza electoral de UP, son los puntos más importantes del conflicto entre PODEMOS y el PSOE.
En España, los revolucionarios deberían adoptar la orientación táctica de apoyo electoral crítico para UP y demandar que los partidos formen un "gobierno de izquierda" anti-austeridad. Los revolucionarios deben, sin embargo, criticar sin piedad el programa electoral de UP, su debilidad económica y sus silencios en las cuestiones políticas fundamentales. Se debe dejar claro que cualquier intento decidido de aplicar un programa claro contra los efectos de la crisis conduciría inevitablemente a ataques por parte de la UE, así como de la clase dirigente española. La experiencia con Syriza en Grecia y el Bloque de Izquierda en Portugal hace esto muy evidente.
Las federaciones sindicales, las bases de los partidos y la juventud radical debe conformar inmediatamente consejos de resistencia para apoyar las medidas progresivas, criticar cualquier retirada o traición, pero también en defensa del gobierno contra perturbaciones o golpes de estado de la maquinaria estatal, el poder judicial, la policía o el ejército.
Creando tal poder extra-parlamentario, incluyendo la organización de escuadrones de defensa de los sindicalistas y los jóvenes, es más posible obligar al gobierno a abordar seriamente los enormes problemas que afronta España: desempleo masivo, pobreza y falta de vivienda. Alentará a los trabajadores en las fábricas y las oficinas a establecer un control sobre la producción y comprobar el sabotaje de sus jefes y gerentes.
También puede ser la base para abordar las cuestiones que los reformistas de derecha esquivaron: la cuestión nacional, la monarquía etc. Desde la base de tal masa organizada será posible avanzar en la creación de un gobierno obrero revolucionario, yendo más allá de PODEMOS, IU y el PSOE, todavía luchando encorsetados en la camisa de fuerza del estado capitalista.
Un programa de acción revolucionaria y un partido revolucionario
Por lo tanto no es suficiente para los revolucionarios limitarse a criticar el reformismo del bloque electoral y los partidos representados en él o simplemente advertir que cualquier posible gobierno burgués de los trabajadores traicionará a sus electores y simpatizantes. Deben intervenir activamente en la lucha electoral con un programa de acción revolucionario. Es decir, un programa que combine demandas transicionales, que plantean objetivos tanto para activistas como para electores y partidarios del bloque electoral, con una perspectiva anticapitalista. Un programa que señale que muchas de las demandas y objetivos de un "gobierno de izquierda" no pueden lograrse a través de negociaciones con los capitalistas y la Unión Europea. Por último, debe dejar claro que su consecución sólo es posible a través de una ruptura con la colaboración de clases y el capitalismo.
Por último, pero no menos importante, los revolucionarios deben advertir de que PODEMOS, incluso aunque continúe su tendencia a la integración con los sindicatos e IU, es aún dirigido por académicos y periodistas ideológicamente confusos que no tienen ninguna identificación abierta o clara con la clase obrera. Son por lo menos tan propensos a doblar la rodilla bajo presión como Alexis Tsipras y compañía en Grecia en el año 2015. Evitar o minimizar el riesgo de traición significa ejercer el máximo control sobre ellos desde abajo, desde los lugares de trabajo, las calles, las comunidades populares, las escuelas y los colegios.
Incluso aunque PODEMOS se fusionara efectivamente con IU, con las fuerzas de izquierda en el PSOE y los sindicatos, es decir, si se convierte en partido burgués de los obreros en lugar de un partido pequeño-burgués populista, sus posturas reformistas, en última instancia una expresión de las contradicciones de clase dentro de sus organizaciones, producirán violentos contraataques de la clase explotadora y no será ya confiable en la profunda crisis que enfrenta la clase trabajadora española. Por esta razón los revolucionarios deben no solo destacar la perspectiva y las posibilidades de un "gobierno de izquierda" sino también la necesidad de formar el partido obrero revolucionario. Es decir, un partido que no sólo haga propaganda de un programa de acción revolucionaria y de sus demandas transicionales sino que también puede llevarlo a cabo y defenderlo, basado en las organizaciones de la clase.